Gustavo Adolfo Bran
2008-21423
ITEMS.
1.
Parece un chiste tratándose de Guatemala, pero lo
cierto es que una de las principales armas con las que hoy cuenta el comisario
jefe de la Comisaría 71 de Santa Cruz del Quiché Augusto Choc Palma, es su
altoparlante siempre a mano, según sus propias palabras, “para lo que se
ofrezca”, pero lo que se puede ofrecer es evidente: “todos los días estamos con
la preocupación de que suene el teléfono y nos digan que van a linchar a
alguien”. En su mesa está también su pistola y su placa, pero ante al nuevo
tipo de violencia en forma de linchamientos poco valen y sugiere que es más
operativo actuar con la palabra a través del megáfono y recurriendo a los
nombres de los mediadores en linchamientos que también figuran en una carpeta
que hay encima de su escritorio. (GARCÍA, pág. 1)
2. Este artículo trata
de analizar cómo en la comprensión y la represión del crimen y concretamente de
los linchamientos no basta sólo plantearse cambio de medios sino que es preciso
un replanteamiento global de carácter ideológico que cuestione e invalide las
formas de diálogo desigual. Pues, aunque se hable con la mejor intención de que
los linchamientos acabarán cuando la población se conciencie de su
perniciosidad a partir de capacitaciones y campañas civiles, será difícil que
los linchamientos cesen si no se enfrenta a la lógica occidentalizante y
modernizadora, la lógica de otros en torno a la justicia, el delito, el crimen
y el castigo. (GARCÍA, pág. 1)
3. 1. Problemas
económicos (costo de vida, desempleo, pobreza) y delincuencia son las
principales dificultades que vive el país en estos momentos.
2. En un 18% de los
hogares vive al menos una persona que ha sido víctima de un robo o asalto en
los últimos cuatro meses2.
3. Existe poca
confianza en que la policía podrá proteger a la gente en caso de sufrir de un
crimen violento.
4. Gran parte de la
población considera que si se llama a la policía en caso de un evento, la misma
tardaría bastante en llegar.
5. La gente está de
acuerdo con que el ejército esté en las calles ya que se percibe ayuda a
disminuir la delincuencia.
6. El sistema de
justicia en el país se percibe “suave” o “muy suave” y con “un mejor trato a
los ‘ricos’”.
7. Los delincuentes
menores de edad deben ser tratados igual que los adultos en los tribunales de
justicia.
8. La mayoría de
entrevistados se encuentra de acuerdo con la Pena de Muerte y en desacuerdo con
los Linchamientos. (GARCÍA, pág. 2)
4. Parece que cuesta un
enorme esfuerzo profundizar e ir más allá de los lugares comunes cuando se
habla de las causas de la violencia. Según se desprende del sondeo realizado en
el cantón El Mosquito (San Pedro Sacatepéquez, San Marcos), la desintegración
familiar sería uno de los factores directamente relacionados con la violencia.
El sondeo repite lo que lleva diciéndose desde hace años sin ir más allá:
abandono de los hijos, falta de comunión familiar, mal ejemplo de padres a
hijos (alcoholismo, infidelidad, agresividad), machismo y desemboca en el
consabido corolario. (GARCÍA, pág. 3)
5. Ante el desconcierto
que está provocando la irrefrenable ola de linchamientos, unos 400 desde 1996
que han provocado más de 200 víctimas mortales - un desconcierto aún mayor
teniendo en cuenta que se inicia justamente en el momento en que la paz se ha
asentado formalmente en Guatemala-, parece que sólo hay acuerdo en todas las
organizaciones sociales y políticas del país en relación a lo que significa
este “flagelo” contra la dignidad humana y en torno a la necesidad de usar la
palabra mediante técnicas de capacitación para concienciar acerca de la
perversidad de este tipo de crimen; en cambio no hay sino desacuerdos a la hora
de analizar las causas que los desencadenan. Estamos así ante una clara
paradoja: no se sabe bien por qué suceden los linchamientos y, en cambio, se
tiene muy claro cómo actuar para evitarlos y prevenirlos. (GARCÍA, pág. 4)
6. El desconcierto
acerca del porqué de los linchamientos se vive en todas las esferas políticas y
sociales. En una reciente entrevista el presidente de la República, aseveraba
las dificultades de sistematizar las causas ya que no se trata de sólo de
acciones de “justicia popular”: “lo más grave de esto es que los linchamientos
que se daban por delincuencia común ahora se dan también por problemas
religiosos, por problemas políticos, por problemas económicos. Me acaban de contar,
y ojalá que esto no sea cierto, que en el linchamiento, cuando yo fui a hablar
con la gente, uno de los dos muertos, de los linchados, que son padre e hijo,
eran la competencia en el transporte de otro de los que instigó el linchamiento”. (GARCÍA, págs.
6-7)
7. MINUGUA en sus
informes recomienda el papel que la prensa debe desempeñar al informar sobre
los linchamientos, “salvo excepciones, el enfoque periodístico otorgado a este
fenómeno corresponde al género de la crónica de sucesos. Las informaciones
ofrecidas a nivel local por la PNC sobre sus actuaciones diarias nutren la
mayoría de los noticieros radiales y buena parte de las páginas de los diarios,
por lo que los linchamientos merecen siempre un notable tratamiento.
Lamentablemente, en muchos casos, son abordados más desde una perspectiva de
noticia informativa que deshumanizan a las víctimas y no efectúan análisis
sobre causas y posibles soluciones.” La crítica de MINUGUA al tratamiento
periodístico de los linchamientos viene a decir que los medios no están
prestando la atención (no en el plano cuantitativo sino cualitativo) que merece
el problema y que le están dando un enfoque de suceso que hace identificar al
linchamiento con un acto más de violencia común. (GARCÍA, pág. 9)
8. La descripción de
“popular” es también cuestionable, ya que es sabido que en una turba son pocos
los que activamente participan en un linchamiento. Por último, cuando se
cataloga de “delincuentes” a las víctimas de los linchamientos y no a los
linchadores, se justifica un acto criminal, al tiempo que se viola entre otros
derechos, el de la presunción de inocencia y al debido proceso”. Ese cambio
periodístico hacia un tratamiento pedagógico de los linchamientos se
complementaría con toda una pléyade de capacitaciones que vehicularían hacia
otro sentido la comprensión y valoración del “fenómeno de los linchamientos”.
Es significativo que las capacitaciones se dirijan no a la violencia en general
sino a los linchamientos en particular, de manera que parece de lo más normal
organizar un taller sobre el “fenómeno de los linchamientos” pero a nadie se le
ocurriría e incluso parecería irrisorio organizar una capacitación sobre el
tema de los macheteamientos. (GARCÍA, pág. 10)
9. Hasta la fecha
tenemos opiniones acerca de los linchamientos de profesionales del mundo del
derecho, de la política, de la sociología, de la religión, de las fuerzas de
seguridad, de ONG’s, de la psicología... pero nos faltan las voces de quienes
participan en alguno de los círculos concéntricos que se organizan cuando tiene
lugar un linchamiento y que dan protagonismo desigual a sus partícipes. Nos
faltan versiones contextualizadas. Y, desde luego, el desconocimiento del
contexto minimiza o directamente imposibilita los alcances de cualquier acción
contra los linchamientos. (GARCÍA, pág. 12)
10.
El departamento
donde si han producido mayor número de linchamientos (Alta Verapaz) no es, ni
mucho menos, donde la violencia política de los 80 impactó de manera más
contundente. Y desde luego, las relaciones se hacen más explícitas si ampliamos
el concepto de violencia más allá de los combates, las ejecuciones y las
masacres. A mi juicio no sólo habría que tener en cuenta la variable étnica y
la variable de la presencia de la guerra, sino que sería necesario introducir
en el análisis un elemento más: la distinta importancia que en ambas regiones
va a adquirir el individualismo frente a lo comunitario, en parte por la
diferente presencia de credos evangélicos. Amalgamando estas evidencias nos
encontramos con que en el lapso de unos pocos años se han quebrado o resentido
muchas de las formas de integración comunitaria en las comunidades indígenas
del occidente. Enfocando la atención en Alta Verapaz que es el departamento
donde más linchamientos se han producido, nos encontramos a partir de 1996
varias realidades sociales novedosas que remiten todas ellas a la
desintegración comunitaria. (GARCÍA, págs. 13 -14)
GARCÍA, J. L. ABORDANDO LOS
LINCHAMIENTOS EN GUATEMALA. Guatemala: UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA.
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